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Este mes de ayuno y abstinencia es, en realidad, un período de purificación, meditación, renovación espiritual y unión entre las familias.
amanecer hasta la puesta de sol, se antoja más duro este año al coincidir en el calendario con la canícula veraniega, «algo que en realidad el creyente no se plantea, no piensa en el hambre o en el calor, sino en la parte espiritual del ayuno», puntualizaba a La Tribuna el presidente del Centro Islámico de Albacete, Mostafa Snabi Himri.
«Este mes de ayuno y abstinencia es, en realidad, un período de purificación, meditación, renovación espiritual y unión entre las familias», advierte. En este sentido, el Ramadán constituye también una llamada a hacer el bien, a practicar la justicia y generosidad y a dar constancia del amor al prójimo,
Snabi, que lleva asentado en nuestra ciudad más de 12 años, donde vive con su mujer y sus tres hijos, asegura que la comunidad musulmana en la provincia está integrada por unas 8.000 personas, de las que prácticamente la mitad vive en la capital, «y durante los últimos años ha crecido la cifra de musulmanes autóctonos que abrazan el Islam».
El presidente del Centro Islámico en Albacete, colectivo integrado por medio millar de personas, lanza un mensaje de normalidad y plena integración en la comunidad durante estas fechas señaladas, «que vivimos manteniendo reuniones, oraciones y celebraciones espirituales con otras muchas familias».
Preguntado por cómo transcurre una jornada diaria durante el Ramadán para los fieles musulmanes, Mostafa Snabi desvela que el ayuno y la abstinencia comienzan a las cinco de la madrugada y se prolonga hasta las nueve y media de la noche, más de 14 horas. «Hay personas que tienen permiso para no seguirlo y pueden dejarlo para otra ocasión, caso de los enfermos, las mujeres embarazadas, los niños de corta edad, las personas que tienen un trabajo especialmente duro...», apunta.
La Tribuna
AIN
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